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miércoles, 23 de enero de 2013

Si yo soy... otro

En la ficción, me encantan las historias de la gente que se inventa o que convive con otra identidad: los faronis de Luis Landero, las historias de las existencias dobles o triples de los personajes de Juan José Millas, para quien la confusión existencial resulta, casi, una obsesión que, a sus lectores, nos resulta sumamente agradable: la doble personalidad de cualquiera; los hermanos gemelos que tanto se intercambian que al final se confunden; la mujer que se hace seguir por un detective privado para saber de sí misma cosas que ni ella misma sabe que sabía.

En ocasiones, también la realidad nos regala circunstancias así: no hablo de la doble vida en la que engañas a alguien, sino de la invención de una persona falsa a la que dotas de un nombre y de presencia no física, pero sí lógica o intelectual: alguien que existe sobre el papel que leemos, pero que se mantiene incorpórea y espiritual en el más estricto y puro sentido de la palabra.

Va ya para un año que se descubrió que un científico del IREC (el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos, que tienen a medias el CSIC y la UCLM) escribía unos artículos que publicaba en revistas de cierto prestigio con datos inventados. Tal vez lo más gracioso, lo más chocante, lo más valorable, lo más audaz, lo más envidiable, es que este científico (Jesús Ángel Lemus Loarte) firmaba sus artículos junto a un tal Javier Grande, que es alguien que no existe.

Hace un rato he sabido de Carlos Mulas Granados, director de la Fundación Ideas del PSOE, "que centra sus líneas de acción en diversos ámbitos como la igualdad, la economía, la política, los derechos, la ecología, la sostenibilidad, la formación o la solidaridad. Todo ello a través de una actividad investigadora cuantitativa y cualitativamente muy importante plasmada en la publicación de un gran número de informes y documentos [...]". Una de las colaboradoras habituales era Amy Martín, a la que la fundación abonaba 3.000 euros por artículo. En la web de la Fundación hay artículos firmados por Amy desde, que yo haya visto, el 24 de noviembre de 2010. A Carlos Mulas le han destituido por haberse inventado a este personaje, a Amy Martín, ya que, según parece, él mismo era esta periodista (y también escritora y analista política: qué bueno, qué cargos, qué currículum) que él se había inventado, y cuya personalidad suplantaba o compartía y que, por otro lado, también ha escrito artículos de opinión en el diario Público (Al Qaeda y el hambre en Somalia).

En lo que no es ya sino un alarde de desfachatez, pero así mismo dignísimo de admiración y respeto, casi envidiable por la magnitud y el recreo en el engaño, Carlos Mulas escribió un artículo en la revista de la Fundación Ideas titulado: Colaboración y confrontación: los sindicatos y la socialdemocracia en España. No lo he leído, pero he ido a su última línea y, ya por fin, me descubro ante él y me quito el sombrero, porque reconozco que me encanta su poder de invención y de desvergüenza sin dañar, su capacidad para tomar el pelo a una institución tan... no sé si la palabra es seria.

Al final de todo, para terminar el texto, Carlos Mulas agradece "a Amy Martín su colaboración para este artículo". Chapeau. Qué grande, qué tío.