Hace muchos años que tengo el disco con la banda sonora de Pulp Fiction, la película de Quentin Tarantino que compitió para el Óscar a la mejor película en 1995, pero que le arrebató Forrest Gump.
El primer corte incluye la canción surfera Misirlou, de Dick Dale, pero en sus primeros 13 segundos se reproduce la conversación entre Pumpkin y Honey Bunny, una pareja de jóvenes enamorados que, de manera inmediata, van a atracar el bar de carretera en el que están desayunando:
-I love you, Pumpkin.
-And I love you, Honey Bunny. [...] All right, everybody be cool, this is a robbery!
-Any of you fucking pricks move, and I'll execute every motherfucking last one of ya!
Hace unas semanas me encontraba viajando por los Estados Unidos. En uno de los restaurantes en los que almorcé había, junto a la puerta, una gramola. Me gustan las gramolas: me encanta hurgar en sus repertorios y poner alguna música que me guste. Si la encuentro, pincho siempre L.A. Woman, de The Doors, que creo que es la canción más rutera que se ha compuesto nunca: mola conducir el coche atravesando una carretera larga y recta hasta el horizonte, la llanura a ambos lados, charcos extensos de agua que desaparecen conforme te aproximas a ellos, con el volumen a tope y gritar con voz ronca, a la vez que Jim Morrison: "City of night, city of night, city of night, woah, c'mon".
Pero no estaba L.A. Woman en esa máquina de reproducción, aunque sí la versión de Misirlou que aparece en Pulp Fiction. Introduje dos cuartos de dólar por la ranura, la elegí y se escucharon, primero, los susurros de Pumpkin y Honey Bunny:
Algunos de los clientes levantaron la cabeza y miraron en derredor, buscando a los dos chicos que se decían tan bonitas palabras. Luego, se tiraron casi todos al suelo, mirando hacia la puerta, en donde yo me encontraba, porque del altavoz principal, que colgaba sobre mi cabeza, salía la voz de Pumpkin ordenando a todos que se estuvieran quietos:
L.A. Woman…por una carretera de Alemania.
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