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jueves, 10 de julio de 2008

EL PROBLEMA DE LA PARADA

El Problema de la parada es un problema muy célebre de la Computación, que es el área donde la Informática se acerca a la Matemática y, en algunos lugares, convergen. Básicamente, consiste en decidir si un programa que está ejecutando un ordenador llega o no a parar encontrando una solución. Así, por ejemplo, es sencillo escribir un programa que encuentre todos los divisores de 100, y es fácil demostrar que ese programa para (es decir, se detiene) cuando los ha encontrado todos. Un ejemplo simple de un programa que no para es el de encontrar el mayor número par. El programa que escribamos encuentra el 2, el 4, el 6, el 8… y de este modo va aumentando un contador y comprobando si cada uno de los números es o no par: si lo es, lo anota como el mayor y, siempre, pasa a comprobar el siguiente.


Más próximo a la realidad, el Problema de la parada consiste en escribir un programa que determine si otro programa llega o no a parar. Continuando con el ejemplo, consistiría en escribir un programa que observe al que busca el mayor número par, y diga si éste para o no para.
Un ejemplo más visual pasa por poner a personas en el lugar de los programas: en este nuevo contexto, el Problema consiste en que Fulano determine si Mengano realiza o no una determinada acción. Si Mengano la realiza, Fulano saltará y dirá “ha parado”; si no, Fulano nunca podrá determinar si Mengano realiza o no esa acción. El Problema, entonces, puede resolverse solamente a veces.


La acción podría ser, por ejemplo, observar si Mengano sale de algún sitio: de una cárcel, o de un Centro de Internamiento de Extranjeros, que es el nombre que reciben esos lugares en los que se encierra a los extranjeros que llegan sin papeles a la Gran Unión Europea, reserva moral de Occidente, maestra en el respeto a los Derechos Humanos, Grandilocuente Sociedad del Bienestar. Ahora se les podrá tener como presos durante año y medio, y no a la espera de juicio (pues el que ha llegado no ha cometido ni delito ni falta: es solamente que no tiene nada), sino a la espera de que la lenta maquinaria de la administración localice el país de origen de cada uno y, fletado un vuelo, lo devuelvan allá, si es que lo admiten. Si no, ocurrirá como ahora: pasado el periodo legal (hoy, en España, cuarenta días), dejarán libre al extranjero en una calle de cualquier ciudad.


Podemos imaginar que lanzamos nuestros papeles a un río y nos quedamos sin dinero, que pasamos las horas al sol para adquirir en la tez el color de los de otro continente, y que nos presentamos en una playa de Cádiz sin hablar castellano, sino chapurreando el idioma que apenas hablemos, o haciéndonos los mudos, para no revelarle al Estado que nos detiene nuestra identidad verdadera; pasaríamos 18 meses en un CIE sin haber cometido delito alguno, enclaustrados entre sus paredes y patios, con diana a las ocho y apagado de luces a las veintidós, ducha a las nueve, recuento a las catorce, ping-pong por la tarde. Un amigo nuestro podría jugar con nosotros al Problema de la parada para determinar si salimos o no. Pero 18 meses es mucho tiempo (cuántas cosas han pasado desde enero de 2007), y nuestro amigo se aburriría y dejaría que fuese el Estado quien determinase si salimos o no.


Pues así están las cosas. Salvo pocas excepciones, nuestros representantes socialdemócratas y democratacristianos (¿dónde lo social, socialistas?, ¿dónde lo cristiano, populares?) han votado mayoritariamente a favor de esta medida. Ya estamos más cerca de Guantánamo. ¿Les vamos a dar también un mono naranja?


«”¿Cuándo abandona usted todo esto, Herrero? […] ¿Qué hace usted con gente como la de su partido?”. Al ver mi asombro, miró tristemente hacia los escaños socialistas y comentó, escéptico: “Claro que, con razón, dirá usted qué hago yo entre esta reala”». (Miguel Herrero de Miñón, en su libro Memorias de Estío, relatando una conversación con Enrique Tierno Galván).

1 comentario:

  1. lol, pensando que iba a entender el problema de la parada, me he encontrado con un blog político

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