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lunes, 10 de enero de 2011

Prólogos

El prólogo es esa parte de los libros que está al principio y que apenas se lee. Algunos prologuistas, incluso, confiesan saberse ignorados de antemano en las primeras líneas de sus prólogos. Lo sé no porque lo haya leído, claro (no leo prólogos), sino porque me lo ha contado gente que dice leerlos, aunque me temo que mienten.

El otro día me encontré a Agustín Muñoz, un amigo y profesor de la Facultad de Letras y que, durante varios años, ha impartido la asignatura “Introducción a la lectura de grandes obras de la Literatura universal” en la Escuela Informática de la UCLM: una asignatura de libre configuración, impartida a informáticos por un hombre de letras, y que ha tenido mucho éxito de matrícula durante sus años de vida. La asignatura ahora desaparece y Agustín me esbozó sus planes nuevos para el próximo curso: reunirse y charlar de alguna obra o de algún autor, poner al asistente en contexto y recomendar una lectura relacionada: creo que era esto, o capaz que no lo era y era otra cosa y yo estoy equivocado.

Una actividad de ese tipo es, al fin y al cabo, de pronunciar un prólogo sin haberlo escrito, de introducir al lector al mundo de ficción que se le presenta o que se le propone. Es algo parecido al “material extra” que viene en las películas de DVD, al “cómo se hizo”, a los finales que se grabaron pero por los que finalmente el equipo de producción no se decantó: como los prólogos, constituyen material audiovisual que apenas se ve.

Hay tantas historias bellas escritas o por escribirse, tantos lugares que visitar, tanto cuadros que contemplar, tantas músicas por escuchar, tanta gente a la que conocer o que merecería la pena haber conocido, que quizá necesitemos de más prologuistas que nos resuman y nos expliquen todo aquello que merece ser conocido y que no cabe en nuestra corta vida.

Como no podemos vivir más y vivimos solamente en un canal (no tenemos paralelismo, apenas podemos hacer dos cosas a la vez: los varones al menos, es bien sabido) que avanza hacia delante sin que pueda, aunque a veces lo lamentemos, retrocederse, precisamos quizás de resúmenes que nos expliquen lo bonito de las cosas: fotografías o vídeos de los lugares a los que no nos dará a tiempo a ir y de los cuadros o esculturas que nunca veremos, biografías de personajes que murieron pero a los que deberíamos haber conocido, buenas sinopsis de los libros que no podremos leer, discos que nos recopilen las mejores arias de ópera o las mejores canciones de pop, buenos amigos que nos descubran las cosas que los hacen felices.

Tenemos una sola vida, pero quizás con los prólogos podamos jugar a que tenemos muchas, a exprimir un poco más esa sola que se nos concede.

2 comentarios:

  1. Feliz Año Nuevo 2011 y, deseo que sea un año en que se te cumplan cuantos deseos e ilusiones guardes en lo mas profundo de tu corazón.
    Acabo de encontrar este rincón en Internet al que tú has dedicado buena parte de tu tiempo, y quiero que sepas que, a través de este espacio, voy a seguir un poquito tu trayectoria intelectual en pro de ayudar las mas solitarias mentes ansiosas de saber y conocimiento.
    Precisamente no me considero una persona llena de estas dos virtudes, pero dada mi trayectoria escolar, la cual fue muy accidentada intelectualmente, siento una gran emoción a la hora de pasar páginas disfrutando de todo esto que has expuesto en esta entrada en tu blog.
    Todos tenemos curiosidades, eso es inherente a la clase humana, aunque muchos de nosotros no sabemos que la mejor fuente para saciar esta parte de nuestra personalidad se encuentra en esos libros que personas como Tú haceis posible relegar a manos de mentes despiertas.
    Un saludo y ánimos para seguir adelante con tus escritos.

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  2. Hola, Airbus. Me da la impresión de que nos conocemos, pero... no caigo. ¿Me das una pista? Gracias.

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