Una foto aleatoria

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Una frase aleatoria

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martes, 8 de junio de 2010

Arte aleatorio


Una vez hablé aquí de las posibilidades de los decimales del número Pi, que son infinitos y no periódicos (es decir, que no poseen secuencias que se repitan siempre, como en el número 7,253253253…). Fantaseaba y decía que, haciendo corresponder a cada pareja de números una letra (los dígitos 00 a la A, 01 a la B, 01 a la C, etcétera), podríamos encontrar cualquier texto escrito en Pi. Con esta codificación, los primeros decimales de Pi podían interpretarse como el texto siguiente, al final del cual encontramos la palabra “tramen”, del verbo tramar. Si seguimos buscando más adelante encontramos palabras y frases más largas, como “buenos días”, aunque esto requiere adentrarse mucho en los intríngulis de este número y careceríamos de espacio en el periódico completo.
oponjlbgmuarmgbycgttrnpxkgutxshxhdmgckivicdwzivrgbeocizgeeovjmsirygwfubhodcwlrtcgkbbphvkdhmuwqlcpddsscdjxohhsjcvewxliafnbmbmntmhooiiiiktramen
También hablé otra vez del ojo del ex ministro Pedro Solbes, que recordarán que permaneció inusualmente cerrado o semicerrado durante mucho tiempo. Explicaba que, si uno toma una fotografía almacenada en el ordenador y, en lugar de abrirla con el programa habitual de observar fotografías, lo abre con un procesador de textos, lo que se encuentra es una secuencia de letras y caracteres raros sin sentido, más o menos como en el fragmento de Pi que he mostrado antes. Reproducía parte de los caracteres que, al ser adecuadamente interpretados, mostraban parte del ojo cerrado de Solbes, que eran estos:
OCEZFDAhIZieiEmDhwkEaecIZ5TRq
Queriendo indagar en las posibilidades de este tipo de codificaciones, Raúl Arias García, alumno de Informática en la UCLM y que muy pronto habrá terminado la carrera, ha construido una aplicación web que lee decimales de Pi (de un pequeño fichero que contiene 2,5 millones de decimales: pequeño porque, a pesar de su tamaño, representa una infinitésima parte del volumen real de Pi) y los interpreta, al gusto del usuario, como texto, imágenes o sonido.
Cierto es que en las codificaciones textuales apenas se lee ninguna frase larga con sentido, aunque sí que es fácil encontrar alguna palabra castellana; pero, en las visuales y sonoras, el usuario sí puede apreciar a veces formas curiosas, bonitas alfombras o verdes paisajes; al reproducir la música que ahí se conserva desde hace tantos miles de años sin que lo supiéramos, el ordenador interpreta, a veces, bandas sonoras de películas de miedo que están por rodarse, o imita a un niño (o a un adulto) que se enfrenta al teclado de un piano por primera vez sin saber dónde poner los dedos.
Cada número de estas características encierra en sí mismo un mundo distinto, que podemos salir a descubrir si así lo deseamos. Si hay alguien interesado en ver qué nos ofrece Pi, que abra su navegador y se vaya a http://alarcos.esi.uclm.es/ArteAleatorio. Por cierto, mejor con Firefox.

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