Una foto aleatoria

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Una frase aleatoria

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miércoles, 4 de junio de 2008

Okupación

erostratismo. (De Eróstrato, ciudadano efesio que, en el año 356 a. C., incendió el templo de Ártemis en Éfeso por afán de notoriedad). m. Manía que lleva a cometer actos delictivos para conseguir renombre. Diccionario de la RAE.

Acabo de llegar a este espacio como el que entra, para quedarse, en un edificio recién abandonado. Me siento en parte como un usurpador, un okupante, que viene a remodelar a su gusto el lugar que acaba de quedarse vacío. Y los cambios que yo haga en este cuarto, ahora sin luz ni agua, serán sin duda objeto de comparación con el estado anterior del inmueble, cuyo viejo inquilino, Víctor Bruno Gómez, ha mantenido con una decoración variadísima durante los últimos años, pero sin caer en el gusto hortera del que mezcla una camisa azul con una corbata pistacho. Ahora debo distribuir por este hogar mis muebles de opinión, mis cuadros de cultura, quizás alfombras de ficción, algún papel pintado en una pared con motivos religiosos, y también fotografías que relaten con objetividad algún hecho auténtico, alguna experiencia vivida en primera persona por mí, el nuevo vecino, o por algún fotógrafo al cual conozca.

Porque el hombre polifacético que acaba de abandonar la vivienda, escritor y escribiente, pensador, viajero, cinéfilo, guionista y, solo en sus ratos libres, astrónomo y licenciado en Físicas y profesor de esta asignatura en la universidad, ha dejado en este espacio pinceladas de acullá, de fútbol, de educación, de cultura, de investigación, de la expedición a la Antártida de la que formó parte, de política a veces: una decoración, por tanto, muy variada, plagada de inquietud por hablarnos de todo y por saber de todo, como él mismo es.

Entro, entonces, cometiendo a sabiendas un acto delictivo de allanamiento de morada, pero con el deseo de quedar dignamente en la segura comparación, como un Eróstrato más; igual que aquel que, cuatro siglos antes de nuestra era, consiguió en tan alto grado el propósito de delinquir para destacar, que su propio nombre ha dado lugar a una de las palabras más bellas, y a la vez más tristes, de nuestro idioma: erostratismo.

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