Una foto aleatoria

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Una frase aleatoria

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viernes, 1 de julio de 2011

Crónicas uruguayas (V)

El edificio, como decía, es moderno, pero el teléfono antiguo. Descolgué y lo acerqué a la oreja, y así permanecí unos instantes. Del otro lado del auricular, como de un lugar remoto, me llegaba una conversación pretérita, que se oía como una grabación vieja, de fonógrafo o gramófono, palabras almacenadas en un cilindro de cera ya arañado o en un disco de vinilo machacado por el tiempo. A los pocos minutos los hombres se despedían y callaban y, como si alguien le hubiese dado nuevamente al play, el diálogo volvía a repetirse exactamente igual, con las mismas palabras. La tercera vez hice sonar mi voz: interrumpí diciendo ¿Quién habla? Los hombres se callaron un momento, como pendientes de mí, pero retomaron la plática en el mismo punto exacto en que la habían dejado cuando me sintieron unos segundos en silencio. Después seguí escuchando: otra vez la despedida y el fin, otra vez el play, otra vez ellos y, en esa nueva audición, yo preguntando Quién habla.
A veces regreso al teléfono y descuelgo. Ellos siguen hablando lo mismo y del mismo asunto, y yo vuelvo a meter baza ocasionalmente: callan de nuevo, esperan mi mudez y entonces continúan. Así, mis cortas intervenciones de dos mil once van incorporándose a esa grabación de mitad del siglo pasado.

Crónicas uruguayas (IV)

El edificio es moderno pero el ascensor, como el portero, tiene aspecto de antiguo: a la cabina se accede mediante dos puertas, una que da al rellano y que es la primera que debe abrirse para pasar el interior, y otra corrediza, como una reja, que debe abrirse a continuación. Entonces uno, ya desde dentro, las cierra en el mismo orden: primero la exterior y después la interior. Luego ya aprieta el botón y se va al bajo, o al quinto, o a la altura que desee. Para salir se hace al revés: se abre primero la de dentro y después la de fuera. Si no, puede sucederte que te quedes ahí eternamente.