Esta mañana he ido a la oficina que tiene Bankia
en la Avenida del Torreón del Alcázar con la Calle Palma, en Ciudad Real, para
pagar dos multas de aparcamiento de la zona azul. Bankia es una de las
entidades colaboradoras del Ayuntamiento en este menester. Como no soy cliente
de esta entidad, el personal de caja me ha dicho que tenía que pasar entre el 10 y
el 20 de cada mes y en un horario determinado.
Me he marchado sin hacer la gestión pero, de
camino al coche, he vuelto y he pedido en caja esa norma por escrito. La
persona que me ha atendido me ha dicho que se la pidiera al subdirector de la oficina,
a quien le he explicado que considero una falta de respeto a los ciudadanos
establecer esas fechas y horarios tan restringidos para ingresar un dinero
público de un organismo público con el que esta entidad privada mantiene un
acuerdo. Le he recordado también el esfuerzo que hemos hecho y continuamos haciendo
todos los ciudadanos para que Bankia no se haya hundido, y gracias al cual los
trabajadores de esta empresa conservan sus puestos de trabajo. Por supuesto, le
he pedido también esa norma por escrito. Maniobró en su ordenador como para
imprimirla, se fue de su mesa y regresó al momento diciéndome que podía pasar
por caja a abonar las multas. Ya que estaba allí, así lo hice.
Si en vez de regresar me conformo, si ese día
tengo un humor distinto, si hubiera sido otra persona más conformista, me
habría ido a otra entidad distinta a hacer una gestión que mi ayuntamiento le
está cediendo de manera graciable. Me resulta indignante la escasa
consideración al ciudadano de este tipo de empresas que tanto nos deben.